Se llama retrato de donante o votivo cuando la imagen de la persona que encargó o pagó el trabajo aparece en una pintura religiosa. El retrato del donante por lo general se muestra en primer plano, arrodillado y con las manos juntas en actitud de oración, y va ataviado con una vestimenta que suele ser contemporánea a la época en que se pintó el cuadro.
En las piezas artísticas anteriores al Renacimiento el donante aparecía mas pequeño que la figura religiosa, como un símbolo de humildad. Con el humanismo del Renacimiento, la imagen del donante aumentó su tamaño hasta alcanzar el del personaje sagrado.
El propósito de este tipo de retrato es solicitar oraciones después de la muerte y también como un reconocimiento del estatus social o poder.